Las menores tasas de crecimiento en el sector hipotecario en México, aunado a un aumento en el desempleo y en el nivel de endeudamiento de los hogares, junto con un entorno crediticio menos favorable, llevaron a las hipotecarias mexicanas, en 2008, a registrar el periodo más débil de los últimos años. Lo anterior es resultado del continuo empeoramiento en la calidad de los activos de las hipotecarias, lo que ha derivado en mayores requerimientos de reservas que también ha afectado de forma negativa los resultados finales de las compañías.